jueves, 30 de junio de 2011

Cooler would be frozen (Curtis Mayfield)

"Música para bajar tangas" lo llamó un mi amigo, cuyo nombre no me es dado revelar, sabrán comprender. Serás vos, oyente, quien juzgue. Eso sí, si lo das por cierto, prendé la calefa, que, lo que es yo, nunca escuché algo tan "cool".

CURTIS MAYFIELD - SUPER FLY - 1972

1. Little child running wild
2. Pusherman
3. Freddie's dead
4. Junkie chase
5. Give me your love
6. Eddie should know better
7. No thing on me
8. Think
9. Superfly

Curtis Mayfield - compositor, voz, guitarra
Joseph Lucky Scott - bajo
Master Henry Gibson - percusión
Tyrone McCullen - batería en "Pusherman"
Morris Jennings - batería en todos los temas excepto "Pusherman"
Craig McMullen - guitarra
Johnny Pate - orquesta, arreglos

domingo, 26 de junio de 2011

Small talk (Weather Report)

Ante todo, no me hables del clima. Por favor, no me hables del clima.

WEATHER REPORT - HEAVY WEATHER - 1977


  1. "Birdland" (Zawinul)
  2. "A Remark You Made" (Zawinul) 
  3. "Teen Town" (Pastorius)
  4. "Harlequin" (Shorter) 
  5. "Rumba Mamá" (Badrena/Acuña) 
  6. "Palladíum" (Shorter) 
  7. "The Juggler" (Zawinul) 
  8. "Havona" (Pastorius) 
Joe Zawinul — 2 ARP 2600, Rhodes electric piano, Yamaha grand piano, Oberheim polyphonic synthesizer, vocal, melodica, guitar, tabla
Wayne Shorter — Soprano and tenor saxophones
Jaco Pastorius — Electric bass, mandocello, vocals, drums, steel drums
Alex Acuña — Drum set, congas, tom-toms, handclaps
Manolo Badrena — Tambourine, congas, vocal, timbales, percussion

jueves, 23 de junio de 2011

Tanda: no se lo pierda (El DICE)

One day I found me a magic DICE, magic DICE was always taking twice.

Este sábado en el DICE va a estar tocando sus bellas complicadas canciones el mi imponderable amigo 

GERARDO HUTCHINS 

para más tarde dejarnos deslumbrar por los recién salidos del horno 
HOYPOLLO
con Luciano Fortín en batería, Emiliano Perez Diez en teclados y Juan Cortés, la legendaria guitarra de City Bell. 

TOTAL Y COMPLETAMENTE GRATAROLA
a eso de las
20.30 HS
en


lunes, 20 de junio de 2011

Demoler la estación de tren (Los Saicos)

Elijo cada tanto el ferrocarril y busco siempre el mismo asiento: flanco este, mitad de vagón, contra la ventanilla. Sobre todo si es la mañana. Sobre todo si ha llovido. Entonces, pasadas dos estaciones, al describir la formación una inmensa y pausada curva, puedo regalarme con una gran extensión de pampa, sólo interrumpida allá lejos por la autopista, cuya vista intento evitar describiendo con la mirada (y quizá, para sorpresa del resto del azorado pasaje, con la cabeza) grandes círculos evasivos, pues trunca, como trunca el campo raso con su traza de concreto, mis ensoñaciones.
Herida al ras por los rayos del levante, sobre todo desde mediados de la primavera, la extensión se tiñe de dorados inusitados.  En verdad no tiene en absoluto nada de particular. Campo raso y un árbol chato acá o allá. Lo llamativo del caso es el color que adopta, bajo cierta luz, en cierto momento preciso de la mañana, visto todo desde desde una particular posición: flanco este, mitad de vagón, contra la ventanilla y, no lo dije antes, orientado el pasajero, es decir, yo, en la dirección en que avanza el tren. Ignoro si algún otro pasajero ha descubierto ese oro que cubre la pequeña pampa encerrada entre las vías del ferrocarril Grl. Roca, la autopista Buenos Aires - La Plata, la estación Ringuelet y el arroyo.
Junto al arroyo se levantan unas pobres casas, unas casitas de nada. A veces un caballo o dos se mueven despaciosos, fatigados, por la pequeña pampa. Pastan hierbas ásperas y abrevan en las charcas que la reunión de las lluvias con algunas irregularidades del terreno hacen nacer como espejitos que multiplican aún la belleza del dorado matinal. Son los caballos que traccionan los carros con los que los habitantes del arroyo recorren la ciudad. Sumergidos en el mismo sol matinal, se enaltecen también y, a pesar de ser, a cualquier otra hora, bajo cualquier otra luz, desgarbados matungos, adoptan en ese instante en que el tren que me transporta en el asiento justo, con la orientación precisa, bordea veloz la extensión bañada en oro, una apostura que no iguala el último campeón del premio Dardo Rocha el pasado 19 de Noviembre.
La vista de este milagro cromático es, sin embargo, muy breve. Poco más de un minuto después de abandonar la estación (y tal vez exagere) se desvanece ya la áurea visión, justo al pasar la formación junto a las casitas que se levantan sobre la orilla al arroyo.
Yo no sé si otros pasajeros saben del milagroso color de la llanura que se deja ver en el momento justo de la mañana, desde el asiento preciso y con la orientación conveniente, pero sí he podido notar que al pasar el tren junto a las casitas las caras todas están volteadas en la otra dirección o enfocadas en el interior de bolsos o carteras que unas manos hurgan no sin algún temblor. Sé, también, que al pasar por ahí, al cruzar la frontera entre el dorado maravilloso y el pastiche de ocres y grises que gana el terreno inmediatamente después, se hunde el corazón del observador en la más profunda melancolía.
El resto del trayecto guarda pocas sorpresas. Alguna que otra vez, si la lluvia de los días anteriores ha sido profusa, los pastos que nacen entre el montón de hierros oxidados y adoquines que se abultan a un lado de las vías, casi al final del recorrido, cuando el tren avanza ya más lento, son de un verde muy intenso, inesperado, que contrasta con su entorno y produce en el observador las evocaciones más diversas: un día la mezcla cáustica de tristeza y cólera ante una promesa no cumplida, otro la reconfortante sensación de una esperanza revitalizada, las más de las veces la dolorida confusión que se siente ante el espectáculo de la tenacidad, del apego a la vida aun en las circunstancias menos propicias.
Al fin el tren entra en la estación terminal, la locomotora se detiene y el pasaje desciende. Yo me bajo y camino tratando de distraerme, tratando de evitar hacer, una vez más, la infeliz asociación entre aquella palabra, "terminal", y las salas de cuidados intensivos de los hospitales.

Este comentario le hice una tarde, no mucho tiempo atrás, a J. D.. Conversábamos sobre demasiadas cosas, todas a la vez, sugeríamos discos desiguales e intercambiabamos chistes groseros, confortadores mates, indignaciones, improperios, arengas políticas, todos componentes de nuestra amistad. Ante una intervención suya a propósito de la  orientación actual de todo esfuerzo de la industria y la vanguardia tecnológica hacia la conversión del ciudadano en un mono demasiado inteligente y capacitado para el aplauso y la pulsión de botones en pantallas táctiles, pero no lo suficiente para el ejercicio de una esmerada democracia, le solté mi historia. Al callar yo, J.D., con los ojos muy abiertos y la vista fija, como los visionarios, los profetas, en un punto lejano e impreciso, vaciló un instante y dijo, pausado pero firme, "hay que demoler la estación de tren".

LOS SAICOS - ¡DEMOLICIÓN!, THE COMPLETE RECORDINGS - 2010
Compilación de singles de 1964 - 1966


1. Come on (Ven aquí)
2. Ana
3. Demolición 
4. Lonely Star (Estrella Solitaria)
5. Camisa de fuerza
6. Cementerio
7. Te amo
8. Fugitivo de Alcatraz
9. Salvaje
10. El entierro de los gatos
11. Besando a otra
12. Intensamente


Y te lo bajás de acá: http://www.mediafire.com/?030cv8dtitldnku

viernes, 17 de junio de 2011

Tanda: no se lo pierda (voces, guitarritas y otras yerbas)

Este que habla se congratula, rimbombante, con todo bombo y platillo a su disposición y toda la (poca) grandilocuencia de que es capaz, de invitar a amigos, allegados, conocidos, a aquellos que sólo tenemos de vista y, lo que es mejor, aunque tal vez un pelín peligroso (según rezan los perentorios consejos de las viejas), a los desconocidos, a visitar esta noche de viernes, frío 17 de Junio del último año de nuestro universo mundo, el centro
TOLOSA CULTURAL
(529 y 116)

donde se estarán presentando, a las 22 horas, los imponderables

LUCAS SAID BICHIR
(http://www.myspace.com/cientoveintidos)

y

GERARDO HUTCHINS

Entrada popular a sólo 5 monedas.

martes, 14 de junio de 2011

Del interés por las cosas del tiempo (Erik Satie)

Llegué a interesarme por el tiempo no por su costado más pasmoso, hipertrófico, las tesis de los físicos, expresadas en sus pesados mamotretos. Tampoco me sedujeron sus costados más cercanos, el verbo o unos versos de John Keats.
Mi primer perplejidad frente al tiempo fue una pequeña desmesura: a los ocho años de edad entré al taller de un relojero y lo contemplé en el ejercicio de su precisa arquitectura. Una fuerte luz concentraba todos sus rayos en un pequeño círculo sobre su mesa de trabajo. Armado de unas pinzas finísimas colocaba, con pulso que envidiaría el doctor más cirujano, las mínimas piezas allí donde colocaba la vista, hiperbolizada a través del risible artefacto que pendía sobre su rostro. El impacto que causó sobre mí su imagen fue total. Más de una vez, desde entonces y hasta ahora, me asaltó la idea de abandonar todas mis empresas y colocarme como aprendiz en ese oficio que algo tenía, para mí, de enigmático y encantador: lo creía el ejercicio de un arte cercana al encantamiento, el poder de transformar el fluido devenir en el testarudo staccato de pequeñas rueditas dentadas y agujas, o quizás, más sorprendente aún, la operación inversa. 
Nunca emprendí, sin embargo, ni esa ni ninguna de las otras vidas (eremita, guardaparque, navegante, explorador, conquistador de las tribus del África en nombre de la corona británica, etc.) que a penas me contenté con imaginar, prefiriendo el sopor y la molicie de esta haraganería aplicada a las letras en la cual, por lo demás, y como sabrá apreciar el perspicaz lector, me va muy mal.
Pero el interés por las cosas del tiempo, que de ello me quiero ocupar y no de mi poco trascendente persona, renació poco ha, a consecuencia de la observación y meditación de los efectos desencadenados por las últimas calamidades que han venido a turbar, durante los últimos meses, el sopor y la molicie que tengo antedichos (y otra vez vuelvo a rozar la impudicia de ocuparme de un servidor, asunto que modestia y buenas costumbres me impiden abordar; dispense el lector estos lapsus). De un tiempo a esta parte, y pensándolo bien esa expresión constituye, casi con crueldad, una ironía, el tiempo se me ha vuelto y revuelto. Los días no transcurren ya, sino que manan, ora con más fuerza, ora más sosegadamente, y, más terrible aún, esta corriente de mi tiempo no forma caudaloso río, sino bamboleante estuario. Cada tantos días, pues, y elijo esa palabra, "días", para mayor satisfacción del lector, para su comodidad, que para mi no es ya una unidad cuyos contornos aparezcan tan visibles, cada tanto, decía, las mareas invierten a su antojo el flujo de la corriente y se me viene de prepo, a empellones, la oleada del pasado. Yo la recibo agitado, zarandeando con espasmo todas las extremidades lo mejor que puedo para mantenerme a flote, asomando la cabeza a penas por sobre la superficie, ensayando gritos de auxilio acallados fácilmente a cada nueva ola que acomete y me sumerge en: frías aulas, en pasillos de hospitales, en soleadas plazas, en tugurios, en iglesias catedrales, en oficinas, en los aposentos de la señorita tal, la señorita cual, en jardines de infantes, lo de abuela Mabel, fiestas de cumpleaños. 

***
A propósito del tiempo:

ERIK SATIE - PIEZAS PARA PIANO - Interpretación de Patrick Cohen en la Iglesia de San Miguel, Cuenca, Diciembre de 1997.

  1. Gnossienne nº 1
  2. Gnossienne nº 2
  3. Gnossienne nº 3
  4. Gnossienne nº 5
  5. Danse de travers III (Pièces Froides)
  6. Gnossienne nº 4
  7. Air à faire fuir I (Pièces Froides)
  8. Danse de travers I (Pièces Froides)
  9. Air à faire fuir II (Pièces Froides)
  10. Danse de travers II (Pièces Froides)
  11. Petite overture à danser
  12. Gnossienne nº 6
  13. Première pensée rose-croix
  14. Gymnopédie nº 1
  15. Caresse
  16. Gymnopédie nº 2
  17. Air à faire fuir III (Pièces Froides)
  18. Gymnopédie nº 3
  19. Sarabande nº 1
  20. Le Fils dels Étoiles. L'initiation
Advertencia e invitación finales: el orden de las piezas ha sido impuesto por el intérprete. Desparrámelo a su gusto el oyente. 

jueves, 9 de junio de 2011

El manual del Hipster, ahora con sobrecubierta gastada de fábrica (Pan)

Eran modernas y cool. Una llevaba anteojos para ver en 3d de cartón, eran de los 90 y los había encontrado esa mañana en el fondo de un cajón.
Sobraban sombreros aquella vez y faltaban cigarrillos que no dudaban en pedir prestados con gestito encantador. Hubo uno que quiso hablar de Pasolini pero lo llamaron un drapie. El que les dijo las palabras 'intenso', 'flan' y 'posta' en la misma frase, en cambio, fue un éxito total. 
Entonces era cuando pasaban la vida peleando por las novedades. El que traía lo más nuevo algo se ganaba seguro. Los demás le sonreían y pensaban para sí que esa semana deberían redoblar esfuerzos o, llegado el caso, recurrir a la exhumación  de maravillas desconocidas. De otro modo habría que reincurrir en el cambio de look.


PAN - POST ROCK IS NOT DEAD - 2011
  1. Raining May
  2. Seeking (the Sea King)
  3. The highlands
  4. Found the king
  5. Arenas
  6. Seeking half time
  7. The home team just went undefeated

Esta vez hacés la prueba acá: http://www.reverbnation.com/youarethepan

Agradezco a Soledad por el conocimiento de este disco, acaso germen prometedor de otros superiores. Hará las delicias de algún que otro moderno, lo sé. Para ellos serán los lentes. 

domingo, 5 de junio de 2011

Excursos de un hombre invisible o nuevo Ensayo -infecundo- sobre la ceguera (Invisible)

Quisiera hablar de la invisibilidad, la inmaterialidad y otras cosas que no existen, o bien, cosas que tienen pinta de no existir. Aunque pensándolo bien, la pinta de no existir no se puede ver, que de verse, la pinta sería de cualquier otra cosa, de nabo, de elefante, de crème brûlée, de humo de cigarrillo que mientras es arrastrado suavemente por una brisa estival que a mi tía Eloísa le trae recuerdos de su difunto, tan parecido que era a Rodolfo Valentino, dibuja en el aire, por un instante, la forma de una clepsidra. 
Quisiera, decía, hablar de la invisibilidad. Sobre todo de la invisibilidad, que es aquel raro fenómeno cuya existencia es precisamente, la apariencia de no existir. ¡La invisibilidad!, la única propiedad tan universal como la existencia pues se aplica a personas, objetos, conceptos, situaciones, ficciones: invisible puede ser el lector, su reloj pulsera, la indginación de la madre del lector al verlo perder el tiempo en este ejercicio, Dios o cualquier imaginación. ¡La invisibilidad!, la única propiedad que descansa en todo excepto sobre aquello a lo que se aplica: la invisibilidad está en la ceguera de los demás. Dios, el vecino prostático del tío de Luis XV y un montruo redondito, pequeño, peludo, de dientes finísimos y punsantes como alfileres, son invisibles porque mis ojos son ciegos a ellos. La invisibilidad está en los ojos que no ven, no en míticos cuerpos translúcidos. ¡Jamás he oido mentira mayor!
De ello quisiera hablar. Cabe ver ahora, qué quisiera decir. Cabe ver, dije; esto es, cabe mover aquello que quisiera decir de la invisibilidad a la visibilidad, primero para mi, cuando lo escriba, después para vos, cuando lo leas, acaso nunca para aquella, que permanecerá ciega a estas palabras, como ha preferido de un tiempo a esta parte, y estas palabras invisibles a ella. Y lo que quisiera decir es precisamente eso, que habiendo sido empujado, y junto conmigo mis palabras, pensamientos, calzoncillos y los agujeros en ellos, etc., de un tiempo a esta parte, al triste goce o ejercicio de esa facultad tan anhelada por algunos, que no por mi, que es la invisibilidad (al menos a ciertos ojos, a ciertas cosas, a ciertas cegueras), abrazaré mi suerte. Invisible, andaré de incógnito por ahí, sin ser notado de ciegos ojos, conociendo secretos que en caso de visibilidad nunca me serían develados, levantando faldas e inculpando al viento, siendo arrollado por ciegos conductores o transeuntes que declararán al oficial de guardia "¡Le juro que no lo vi!".     

INVISIBLE:
Luis Alberto "el Flaco" Spinetta, Hector "Pomo" Lorenzo,  Carlos Alberto "Machi" Rufino

INVISIBLE - INVISIBLE - 1974
  1. Jugo de lúcuma 
  2. El diluvio y la pasajera 
  3. Suspensión 
  4. Tema de Elmo Lesto 
  5. Azafata del tren fantasma
  6. Irregular 
  7. Estado de coma
  8. Elementales leches
  9. Viejos ratones del tiempo
  10. Oso del sueño
  11. La llave del Mandala 
  12. Lo que nos ocupa es la conciencia, esa abuela que regula el mundo




INVISIBLE - DURAZNO SANGRANDO - 1975
  1. Encadenado al ánima 
  2. Durazno sangrando 
  3. Pleamar de águilas 
  4. En una lejana playa del animus 
  5. Dios de la adolescencia 




INVISIBLE - EL JARDÍN DE LOS PRESENTES - 1976
  1. El Anillo del Capitán Beto 
  2. Los libros de la buena memoria 
  3. Alarma entre los ángeles 
  4. Que ves el cielo 
  5. Ruido de magia 
  6. Doscientos años 
  7. Niño condenado 
  8. Las golondrinas de la Plaza de Mayo 



miércoles, 1 de junio de 2011

Conjuro de la luz y la belleza (Pat Metheny)

De entre todos aquellos que se han entregado a la difícil tarea de crear cosas hermosas, acaso pocos puedan superar esta marca, con excepción, claro, de padres y madres de dos o tres bellas señoritas cuyo conocimiento o incluso fugaz vista, me ha deparado la suerte (que no acabo de decidir si feliz o fatal). Chispazos aparentes de luces más duraderas, las mentadas y éste disco invitan a creer ese viejo cuento (o cuento de vieja) según el cual esto que vivimos es poco más que un juego de sombras y reflejos. Si tan sólo pudiéramos dar vuelta la cabeza...

PAT METHENY - WATERCOLORS - 1977



  1. Watercolors - 6:28
  2. Icefire - 6:07
  3. Oasis - 4:02
  4. Lakes - 4:43
  5. River Quay - 4:56
  6. Suite: I. Florida Greeting Song - 2:30
  7. Suite: II. Legend of the Fountain - 2:28
  8. Sea Song - 10:18


Pat Metheny - guitarras acústica y eléctrica, guitarra de 12 cuerdas, bajo de 12 cuerdas, harp guitar
Lyle Mays - piano
Eberhard Weber - bajo
Danny Gottlieb - batería